Autores: Felipe Aguilera y Orlando Rojas.
El Censo 2017 llega a enmendar el fracasado intento del 2012, que significó una pérdida de alrededor de 30 mil millones de pesos. Los costos del actual se estiman entre 20 mil y 40 mil millones, cifras relevantes del gasto público que nos hacen preguntarnos cómo desarrollar este instrumento de forma más eficiente y con resultados más relevantes, sobre todo si asumimos que vivimos en una sociedad cada vez más dinámica, compleja y expansiva. ¿Es representativo de la actualidad realizar un Censo de hecho, con técnicas parecidas a los que se usaron en los tiempos del imperio romano, y produciendo una foto de la sociedad cada 10 años, sabiendo que la principal constante es el cambio continuo?
Hoy en día, si de algo estamos seguros, es que seguiremos presenciando un aumento en velocidad, variedad y volumen de la información que los ciudadanos producimos cada día: la llamada revolución del Big Data. Esto ha traído consigo oportunidades para los Estados modernos, quienes -conscientes de esto- están planteando nuevas estrategias para la gestión pública. Dentro de estas, se encuentra también la modernización de la forma y alcance de los Censos.
Como ejemplo, destaca Nueva Zelanda, con un programa de transformación digital de su Censo, el cual se fundamenta en tres elementos: los altos costos que implica el método tradicional, las oportunidades brindadas por las nuevas tecnologías, y el crecimiento de fuentes de datos alternativas que pueden orientar de forma más dinámica el desarrollo de las políticas públicas. En este sentido, el desafío que el Estado asume es el de mejorar la calidad de los datos que el Censo provee, junto con comenzar un plan para explorar fuentes de datos alternativas que van desde la información que se produce con las comunicaciones móviles, a incluso la de redes sociales. ¿Y Chile? ¿Está en esta discusión?.
Apuntando en esta misma dirección, la directora del INE, Ximena Clark, ha mencionado la intención de desarrollar en el futuro un Censo basado en información de fuentes gubernamentales -denominado Censo administrativo- indicando que el de este miércoles podría ser el último Censo de hecho en nuestro país.
Si queremos avanzar seriamente en esta línea, el principal desafío país consiste en modernizar las instituciones gubernamentales, a través del desarrollo de un modelo de gobernanza de los datos del Estado. Junto con ello, es necesario sentar las bases institucionales que aseguren el desarrollo de las capacidades analíticas requeridas para gestionar y manipular estos datos. Solo de esta forma, será posible extraerles el conocimiento necesario para comprender el comportamiento de la sociedad no solamente en un momento dado, sino también proyectarlo en el futuro. De esta manera, se generarían activos valiosos para aquellas autoridades que deben tomar decisiones sobre el destino del país, preparándonos al fin para dar el gran salto de innovación que Chile necesita.